sábado, 16 de febrero de 2013

Triscaidacafobia


Triscaidacafobia

Cuando Miguel se despertó sintió dentro de si una extraña sensación de que algo estaba mal, no era su trabajo, su eran sus estudios, tampoco el hecho de que no encontraba las llaves; volteo la cabeza y a ver el calendario exclamo: “Rayos, ya es viernes trece de nuevo, ya había pasado mucho desde la ultima vez, pero nada es eterno”; su tristeza era ilógica pero según el esta era muy certera, cuando nació estuvo rodeado por el numero trece, nació en la fecha 1/3/94 eso era extraño y  parecía haber nacido el 13/13, el escando en su casa fue enorme, su madre como muy buena tricaidecafobica, se asusto  e hizo llamar al cura más cercano para que bendijera al niño y que la mala suerte no lo siguiera, pero el cura le pareció mala idea diciendo “¡Trece!, trece habían en la ultima cena del señor, ¿Y que paso? Jesús murió y Judas se suicido”, inclusive esta el hecho de que fue bautizado con el nombre de Miguel Ángel para que la mala suerte no lo siguiera. Bueno, después de ver la fecha decidió hacer algo para quitarse el miedo, salió de su casa, se asegura de no dar 13 paso antes de tocar la perilla, y continuo caminando, al salir también se aseguraba de que no hubieran trece tiendas donde vendieran lo mismo, eso me recuerda a otra ocasión en la que el fue a comprar huevos, pidió una docena y al abrirlos conto que habían trece y no doce, cualquiera se hubiera puesto feliz por tener uno extra, pero el en cambio los lanzo en la carretera y decidió mejor comprar otra docena. Volviendo a la historia, el decido esperar el bus y buscar el grupo de ayuda que tanto le habían aconsejado, estaba en la 14a. Avenida así que solo tenia que subirse a una camioneta que lo dejara en la 15a. Avenida. “¡Trece calle!”; gritaba el ayudante, “A eso ni de loco me subo”, Miguel le pregunto si no lo de jaba en la 15a. y el ayudante le contesto que hasta ahí no llegaba, Miguel maldijo su suerte y continuo caminando, “Al cabo no estoy tan lejos, puedo seguir caminando y  llegar aunque aún así tendré que pasar por la treceava calle, ¡Maldita sea!”, continuo caminando al llegar a la treceava calle encontró cinco monedas se agacho a recogerlas y luego encontró otras dos, “Claro siete es de buena suerte” por recoger las monedas, se tropezó y choco contra una pared, “Eso me pasa por estar en la calle trece”, dijo,  sin darse cuenta de que en realidad su numero de la mala suerte no fue el trece sino el siete, al contrario el trece le dio buena suerte, cuando por fin se paro miro hacia la catorceava calle, y ahí estaba el rotulo: “Reunión de tricadecaifobicos, viernes a las 4:00pm” entonces Miguel corrió y al llegar a la puerta lee el resto del rotulo: “El día de hoy se suspendió la reunión por que ningún miembro se atreve a venir en viernes trece”, miguel sintió como que si la tierra lo tragara, el trago saliva, sonrió con locura y se dijo a si mismo: “Hoy en día esta muy difícil tenerle miedo al trece, desde ahora le tendré miedo al setenta y tres” y se fue sin decir más.
Fin

lunes, 11 de febrero de 2013

En un avión cualquiera


En un avión cualquiera, no importa de donde salió ni a donde va, este simplemente viaja, no viaja a tierras lejanas ni tampoco a las cercanas.
Una mujer de cabello aclarado por la edad entra, toma su bolso y se sienta en un asiento que va a dar a la ventana, desde ahí logra observar a sus amigos que la despiden, ella viaja por que desea salir de la rutina; después de unos segundos entra un hombre y el poco cabello que tenia del mismo color, se sienta junto a su esposa y hablan acerca del fin del viaje, ”Quiero ir a ver la opera” dijo ella emocionada, “Quiero ir a ver por fin ese clásico” dijo el con más exaltación.
Entro luego una pareja ella con un cabello más oscuro y el otro por supuesto tenia más cabello, parecían felices, los dos anteriores los vieron recordando su pasado y recordando  sus planes, una calidad sensación de ternura colmo a ambos grupos, ya que se dieron cuenta que a pesar de todo están unidos por ese lazo de amor filial.
Entonces subió un hombre, parecía estar casado pero en ese momento no le importaba, vio a ambas parejas y en lugar de una sensación de ternura, lo invadió la tristeza de dejar a su esposa e hijos atrás, se sentó justo atrás de los abuelos que disfrutaban de su vuelo, se sentían emocionados de encontrar algo que los llevara a donde siempre quisieron, simplemente paz.
La paz según la pareja de novios,  consistía en decirse cursilerías hasta altas horas de la noche, y según el hombre de negocios consistía en sentarse a leer y tomar  te, pero en ese momento ese hombre parecía haber olvidado la razón de su felicidad, su familia.
El avión después de tanta espera por fin despega, todos sintieron un pequeño tirón.
-“Atención damas y caballeros, el vuelo AK24 a despegado, les recomendamos mantenerse tranquilos en caso de un catástrofe, en caso de un emergencia los para caídas se encuentran al fondo a la izquierda pasando por el mini-bar gracias por su atención y por favor gocen del vuelo”.
El avión se elevo hasta que las casas parecían hormigas y las hormigas simplemente no se veían, entonces el sueño de esa abuela y mujer se hizo realidad, tener las nubes alrededor. Pensamientos toscos y melancólicos pasaron por su cabeza, imagino su muerte, eso es suficiente para desanimar a cualquiera, y se dio cuenta de que en serio amaba la vida, no podía perderla mucho menos por un viaje, se aterrorizó; su esposo notó todo y se dispuso a abrazarla como un tierno y sincero gesto de amor.
La pareja de novios en cambio hablaban acerca de sus planes para la vida, ella hablaba de su carrera y el pensaba en conseguir un trabajo, “Nadie sabe en realidad su futuro” dijo el muchacho sin premeditarlo, ella frunció el ceño y le dio una buena bófeta, ya que se sintió ofendida, ella pensó que el le decía que no debería pensar en eso, casi como que si el no deseara el matrimonio, era un obvia muestra de inseguridad.
El  hombre resignado a no tener familia, empezó a llorar, las lagrimas salían una a una como el rio se llena con las lluvias de verano después de la sequia, esas lagrimas no parecían consolar más  bien doler, como que si no debieran existir.
“Buenas tardes, le habla su copiloto, en este momento estamos volando a una altura de 30,000 pies o de 10,000 metros –la abuela pareció casi desmayarse del susto- Así que continúen disfrutando posiblemente tengamos algunas turbulencias así que por favor abróchense sus cinturones”.
Entonces aparecieron las turbulencias, estas se vieron al principio débiles pero luego aumentaron, hasta que la catástrofe sucedió, el avión detuvo sus motores y luego empezó a caer en picada. Las luces se apagaron y empezaron los gritos.
La abuela abrazo mas fuerte a su esposo, la chica no quiso voltear a  verlo pero aun así le tomó la mano, el hombre que estaba solo rompió en llanto, un llanto tan triste que solo el comprendía, la belleza del viaje pareció desaparecer, junto a su esperanza de vida.
“Te amo, te amo, te amo, te amo” dijo entonces la abuela a su marido a quien abrazaba y aruñaba para no soltarlo, no quería perderlo, no podía alejarlo de si, ella empezó a gritar “Te amo amor” a todo volumen.
La muchacha al verla se le lleno la cara de lagrimas, su novio la tomo por la mano y le dijo: “Amor quiero que sepas que yo te traje acá para proponerte matrimonio; y no importa lo que pase nosotros terminaremos toda nuestra vida juntos”; ella lo abrazó fuertemente como que no quisiera que se fuera en toda su vida, el hombre que dejo atrás a su esposa he hijos empezó a gritar diciendo: “No quiero morir, mi esposa esta en casa, Dios ayúdame”; entonces el avión calmó y las luces se encendieron, cada pareja se amaba más pero ese hombre en ese asiento solitario por fin sonrió genuinamente.
Al llegar a su destino todos amaban con más pasión y arrebato.
Años después los abuelos aún ya solos se amaban, los novios se casaron y tuvieron una hija, el hombre solitario cambio de trabajo y volvió con su familia, y por último los pilotos siguen riéndose cuando recuerdan que buena broma les gastaron a los pasajeros del vuelo AK24.
FIN